https://www.linkedin.com/pulse/el-cuento-de-los-tres-sobres-jorge-santos
traducido por Federico Dilla
The story of the three envelopes CEO
20 May. 20163.974 visualizaciones229 of recomendaciones56 comentariosCompartir in LinkedInCompartir on FacebookShare on Twitter
Legend has it that there was once a professional who was selected by a head hunter as CEO of a company of great reputation but was going through a period of economic difficulties.
Happy and motivated with his new job was found to be incorporated into the new job with the resigned CEO who would replace, who was picking his last personal belongings.
The outgoing general manager greeted him politely and said he would do him a favor, he would grateful that someone had paid him to reach the company. And he delivered three numbered envelopes while saying to him:
"Here I leave the summary of my experience and learning in the years that I have been the CEO of this company. Use envelopes when you're in a crisis situation and not know how to resolve it. But use them as follows: open the envelopes serially, as are numbered, and opens only one on every time you are in crisis. I hope you are very useful ".
Our protagonist thanked the courtesy and helpfulness of its predecessor and took leave of him amicably.
And he began his arduous task of trying to turn around the negative results of the company. He discussed in detail the financial reports, the trade situation and competition, the technical details of the production areas and the state of human resources and employment status. He worked hard day and night to identify the factors causing the crisis and design a plan of salvation.
He changed operating systems, developed plans cost adjustments and created new sales incentive systems. All they are trying to win the confidence of its management team and involvement of the entire company on the hard plan that would return them to profitability. He announced a tough time to all staff, while promising happy times ahead after overcoming the crisis.
But one year after his arrival it was time to inform the Council of progress and not only had failed to change the sign of the results, but as a result of adjustments and changes the results were worse.
Distressed thinking of the explanations I had to give the Council recalled the words of his predecessor in his farewell and the three envelopes had bequeathed his experiences. And he decided to open the first envelope. To their surprise all he found inside was half a page in which handwritten appeared the following: "Blame your predecessor to".
He thought the contents of the letter and prepared a speech to the Council in which he explained that despite the success of the adjustment plan that was designed and implemented, the situation found upon arrival was so disastrous, and the amount of risks and hidden liabilities I had discovered by failure of the previous CEO was so huge, that the effect of its measures had not caused the positive impact on the results initially expected. But he proposed to the Council to insist with more energy in the implementation of its adjustment plan that would give its expected fruits on short notice. Puzzled and surprised the Council gave a vote of confidence to continue its management.
From there he applied harder still plan all settings. He cut costs further, to make very difficult the day to day work; further adjusted template, to the point that many tasks could not be realized in time or due diligence; It set targets of more aggressive sales teams to the limit to make them unachievable sales. And he worked all hours of the day, and almost overnight, to personally supervise the strict execution of their orders. The workload of the entire workforce grew exponentially.
And so it went at the speed of light another year, the second as CEO of that company. And the day came again to present to the Council the results of the company and management purposes. And unfortunately again, the results did not accompany the extent he expected. They were better than the previous year, but still did not show positive results. He stressed the preparation of his explanations to the Council, recalled the existence of the envelopes and decided to open the second. In the pastern containing the envelope read: "Blame your subordinates".
His speech before the Council was devastating: despite their best efforts, the inability of executives and middle managers, who have failed to understand the strategy and guided by resistant to change and lazy attitudes, have impeded the implementation of the plan to the point objectives have not been reached. The Council gave it a second vote of confidence based more on faith and energy that had its general director on data that showed them.
With that vote of the Council began a purge of executives and managers who had already begun to show doubts plans its CEO and halfhearted as strict application of adjustments. He hired the best headhunters to replace the directors resigned and applied more rigorously all previous settings multiplying their effects motivation newly hired new team. But much change direction along plunged the company into turmoil did not give the expected results in the third year of our management.
And when it came time to respond back to the Council, and economic data in his hand were still not positive, he turned again to his wise envelopes predecessor. When you open the third and final envelope was speechless. In the pastern containing it was handwritten, as before, a simple and concise statement: "Prepare three envelopes for your successor."
EL CUENTO DE LOS TRES SOBRES
Cuenta la leyenda que hubo en cierta ocasión un profesional que fue seleccionado por un head hunter como director general de una empresa de gran reputación pero que pasaba por un periodo de dificultades económicas.
Encantado y motivado con su nuevo empleo se encontró al incorporarse al nuevo trabajo con el dimitido director general al que iba a sustituir, que estaba recogiendo sus últimos enseres personales.
El director general saliente le saludó amablemente y le dijo que iba a hacerle un favor, que él hubiese agradecido que alguien se lo hubiese prestado al llegar a la compañía. Y le entregó tres sobres numerados al tiempo que le decía:
“Aquí te dejo el resumen de mi experiencia y aprendizaje en los años en que he sido el director general de esta empresa. Utiliza los sobres cuando te encuentres en una situación de crisis y no sepas cómo resolverla. Pero utilízalos de la siguiente manera: abre los sobres por orden correlativo, según están numerados, y abre solamente un sobre cada vez que te encuentres en crisis. Espero que te sean de mucha utilidad”.
Nuestro protagonista agradeció la deferencia y amabilidad de su predecesor y se despidió de él amistosamente.
Y comenzó su ardua tarea de tratar de dar la vuelta a los negativos resultados de la compañía. Analizó detalladamente los informes financieros, la situación comercial y de la competencia, los detalles técnicos de las áreas productivas y el estado de los recursos humanos y la situación laboral. Trabajó duramente noche y día para identificar los factores causantes de la crisis y diseñar un plan de salvación.
Cambió sistemas operativos, desarrolló planes de ajustes de costes y creó nuevos sistemas de incentivos de ventas. Todo ello tratando de granjearse la confianza de su equipo directivo y la involucración de toda la empresa en el duro plan que les devolvería a la rentabilidad. Anunció una época dura a toda la plantilla, mientras prometía felices tiempos venideros tras superar la crisis.
Pero transcurrido un año desde su llegada llegó el momento de informar al Consejo de los avances conseguidos y no sólo no había conseguido cambiar el signo de los resultados, sino que como consecuencia de los ajustes y cambios realizados los resultados habían empeorado.
Angustiado pensando en las explicaciones que tenía que dar al Consejo, recordó las palabras de su predecesor en su despedida y de los tres sobres que le había legado con sus experiencias. Y decidió abrir el primer sobre. Para su sorpresa lo único que encontró en el interior fue media cuartilla en la que escrito a mano aparecía lo siguiente: “Echa la culpa a tu antecesor”.
Meditó el contenido de la carta y preparó un discurso para el Consejo en el que explicaba que a pesar del acierto del plan de ajuste que había diseñado e implantado, la situación encontrada a su llegada era tan desastrosa, y la cantidad de riesgos y pasivos ocultos que había descubierto por inoperancia del anterior director general era tan enorme, que el efecto de sus medidas no había causado el impacto positivo en los resultados previsto inicialmente. Pero proponía al Consejo insistir con más energía en la aplicación de su plan de ajuste que daría sus frutos esperados en muy corto plazo. Extrañado y sorprendido el Consejo de dio un voto de confianza para que continuase su gestión.
A partir de ahí aplicó con más ahínco aún todos los ajustes del plan. Recortó aún más los gastos, hasta hacer muy complicado el día a día del trabajo; ajustó aún más la plantilla, hasta el punto de que muchas tareas no podían llegar a realizarse en tiempo o con la diligencia debida; fijó objetivos de ventas mucho más agresivos a los equipos comerciales hasta el límite de hacerlos inalcanzables. Y trabajó todas las horas del día, y casi de la noche, para supervisar personalmente la estricta ejecución de sus órdenes. La carga de trabajo de toda la plantilla creció de forma exponencial.
Y así transcurrió a la velocidad de la luz otro año, el segundo como director general de aquella compañía. Y llegó el día de presentar de nuevo al Consejo los resultados de la empresa y los efectos de su gestión. Y, desgraciadamente otra vez, los resultados no acompañaban en la medida que él esperaba. Eran mejores que los del ejercicio anterior, pero aún no presentaba resultados positivos. Estresado con la preparación de sus explicaciones al Consejo, recordó la existencia de los sobres y decidió abrir el segundo. En la cuartilla que contenía el sobre ponía: “Echa la culpa a tus subordinados”.
Su discurso ante el Consejo fue demoledor: a pesar de sus ingentes esfuerzos, la incapacidad de los directivos y mandos intermedios, que no han sabido entender la estrategia y guiados por actitudes resistentes al cambio y perezosas, han dificultado la implantación del plan hasta el punto de no haberse alcanzado los objetivos. El Consejo le dio un segundo voto de confianza más basado en la fe y energía que presentaba su director general que en los datos que les mostraba.
Con ese voto del Consejo comenzó una purga de directivos y responsables que ya habían empezado a mostrar dudas en los planes de su director general y tibieza en la aplicación de los ajustes tan estrictos. Contrató a los mejores head hunters para sustituir a los directivos dimitidos, y aplicó con más rigor todos los ajustes anteriores multiplicando sus efectos con la motivación del nuevo equipo recién contratado. Pero tanto cambio junto de dirección sumió a la empresa en una gran confusión que no dio los resultados previstos en ese tercer año de nuestro directivo.
Y cuando le llegó el momento de responder de nuevo ante el Consejo, y con datos económicos en su mano que seguían sin ser positivos, recurrió otra vez a los sobres de su sabio antecesor. Al abrir el tercer y último sobre se quedó sin palabras. En la cuartilla que contenía estaba escrito a mano, como en ocasiones anteriores, una simple y escueta sentencia: “Prepara tres sobres para tu sucesor”.