Me dirijo a la biblioteca. Extraigo el diccionario de su
posición habitual. La conozco bien porque la visito con frecuencia. Busco “Destino”
y encuentro… ¿Qué es el destino? Según el Diccionario Manual de la Lengua Española Vox es: la finalidad
que se da a una cosa: el
destino de estas vacas es la producción lechera. Lugar
adonde se dirige alguien o algo: el tren
con destino a Madrid efectuará su salida dentro de diez minutos. Trabajo
que realiza una persona o lugar en el que se desempeña: acaba de
aprobar las oposiciones de magisterio y está esperando saber su destino. Situación
a la que llega una persona de manera inevitable como consecuencia del
encadenamiento de sucesos: por la
manera que ha vivido, su destino era acabar solo. Fuerza supuesta y desconocida que determina lo que
ha de ocurrir. Hado, sino. Encadenamiento de los sucesos considerado necesario y fatal.
Consignación o aplicación de una cosa o de un paraje para determinado fin.
Empleo. Lugar a donde va dirigido un envío, viajero, etc. Cierro
el libro. Lo devuelvo a su lugar y me siento a meditar en el chéster que me
acompaña cada noche antes de dormir. Al enfrentarme a este reto de averiguar si
hay o no un destino prefijado, he tenido que ambientarme convenientemente y
para ello, he recurrido a escribir todo lo que este epítome contiene, inspirado
por una obra inmortal que resume el sentir humano en relación a su destino.
¿Cuál? Me estoy refiriendo a La forza del destino. Es una ópera en cuatro actos, de Giuseppe Verdy, y libreto en italiano de Francesco Maria Piave. Con una escena adaptada de Wallensteins Lager de Friedrich Schiller. Fue
representada por vez primera en el Teatro Bolshói Kámenny (luego Teatro Mariinski) de San Petersburgo, Rusia, el 22 de noviembre de 1862. La belleza de la obra envuelve el
ambiente y eriza los pelos de la nuca al más pintado, sobre todo, cuando está
reflexionando sobre su propio destino, como lo he hecho yo al redactar estas
líneas. La coincidencia es tal que cuando repasas tu destino, vas siguiendo los
mismos pasos que la ópera tocando una gran variedad
de temas. ¿Cuáles? Los de siempre, el amor, el honor, la venganza, la religión,
la muerte, tú mismo (el héroe romántico) y el sino. Verdi basó su música
en la obra teatral Don Álvaro o la fuerza del sino (1835) del escritor español Ángel
de Saavedra, (Duque de Rivas). La diferencia entre la literaria y la musical,
estriba en la piedad de Verdi al evitar la muerte de muchos personajes, que en
la literaria existen. Me relajo. Cierro los ojos. Mientras oigo la música
regreso a la Sevilla del XVII (tras la Guerra de Sucesión Española). Me
imagino a un indiano, Don Álvaro.
Peruano posiblemente. Enamorado de Doña Leonor. Una noble española, andaluza. Ojos negros y
grandes. Melena negra zaína, impresionante mujer de dulces modales, hija del Marqués de Calatrava. Comprendo la desazón
del padre porque su hija salga con un aventurero y comprendo la desazón de dos
enamorados por estar juntos. El Marqués les sorprende y la fatalidad hace que
la pistola del indiano se dispare y mate al padre de la chica. Reflexiono en
que nosotros le decimos destino o fatalidad, porque los romanos le llamaban
Fatum, al destino. Comprendo la sed de venganza de los hermanos de la chica Don
Carlos y Don Alfonso,
persiguiendo a la pareja. Llega un momento en que el peso de la culpa es
demasiado y la chica ingresa en un convento, mientras Álvaro se hace soldado en
las batallas que España lidera en Italia. Veo al destino tejer la telaraña
haciendo que Carlos le imite sin saberlo y les junte en amistad en la localidad
de Velletri, sin que ninguno se reconozca.
De nuevo compila el destino haciendo que Álvaro caiga herido. Carlos se hace
cargo de él hasta que descubre las cartas de amor a su hermana, reconociendo en
su amigo al asesino de su padre. Terrible momento. Cuando Álvaro se recupera se
baten en duelo y mata a Carlos. La culpa le pesa e ingresa como monje en el Convento de los Ángeles. Un convento al
lado del de Leonor, sin saber que ella vive allí. Cuatro años más tarde, el
segundo hermano de Leonor (don Alfonso)
descubre a Álvaro y se retan en duelo. Alfonso cae
mortalmente herido. Leonor aparece contemplándola escena, se acerca a su
hermano, este viendo que está la "deshonrada" al lado suyo,
extrae el puñal que se encontraba clavado en su pecho y la mata por considerarla
cómplice. Ambos mueren en ese instante. Álvaro se siente culpable de todo y en
la obra literaria se suicida, mientras que en la ópera el Padre Guardián; don
Alfonso y don Álvaro rezan al cielo
mientras ella muere.
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viernes, 29 de agosto de 2014
Hola
Cariño:
Hoy
ha caído este comentario en mis manos y no he dudado en enviártelo a ver si nos
aclara esto del destino. Es el discurso más corto que haya visto nunca de manos
de un alto cargo. Está escrito por Bryan Dyson y lo dijo al dejar el cargo de
Presidente de Coca Cola, dice así. "Imagina
la vida como un juego en el que estás malabareando cinco pelotas en el
aire". Estas son: Tu trabajo, tu familia, tu salud, tus amigos, y tu vida
espiritual, que las mantienes todas éstas en aire al tiempo. Pronto te darás
cuenta que el Trabajo es como una pelota de goma. Si la dejas caer, rebotará y
regresará. Pero las otras cuatro pelotas: Familia, Salud, Amigos y Espíritu son
frágiles, como de cristal. Si dejas caer una de estas, irrevocablemente saldrá
astillada, marcada, mellada, dañada y incluso rota. Nunca volverá a ser lo
mismo. Debes entender esto: apreciar y esforzarte por conseguir y cuidar lo más
valioso. Trabaja eficientemente en el horario regular de oficina y deja el
trabajo a tiempo. Dale el tiempo requerido a tu familia y a tus amigos. Haz
ejercicio, come y descansa adecuadamente. Y sobre todo... crece en vida
interior, en lo espiritual, que es lo más trascendental, porque es eterno.
Shakespeare decía: Siempre me siento feliz, ¿sabes por qué?. .......Porque no
espero nada de nadie, esperar siempre duele. Los problemas no son eternos,
siempre tienen solución. Lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es
corta, ¡por eso ámala! Vive intensamente y recuerda: Antes de hablar...¡Escucha
! Antes de escribir... ¡Piensa! Antes de criticar... ¡Examina! Antes de
herir... ¡Siente! Antes de orar ¡Perdona! Antes de gastar... ¡Gana! Antes de
rendirte ¡Intenta! Antes de Morir... ¡¡Vive!!”
¿Para qué sirvo? Me
pregunto cada noche. Toda la vida me la paso buscando los motivos por los que
nací y para qué nací. ¿Soy parte de una maquinaria? Tengo una vocación y no la
pude cumplir ¿Y ahora qué? todos los días me pinto una manera de conseguir
dinero para comer porque he nacido en un sistema corrupto, organizado para que
solo unos se mantengan a costa de los demás y como estoy harto de
adoctrinadores de pacotilla, docentes de tebeo y cosas que me hacen dependiente
de algo, soy prácticamente proscrito de cualquier sistema social. Todo gira en
torno a un supuesto prestigio social y a una popularidad, que generen ingentes
cantidades de dinero para todo el que me rodee, o si no, seré apartado. Si
intento ser caritativo con el débil, me critican porque les dejo a los otros en
mal lugar. Si tengo fé en Dios, Allah o Yahvé me persiguen hasta matarme. Si no
copio en los exámenes y no dejo copiarse al palurdo de al lado, me postergarán
al ostracismo, a no ser, que tenga algo más que necesiten de mi. A cambio, en
el futuro seré operado por alguien que copiaba en los exámenes y dirigido por
un presidente de nación que siquiera sabe leer un discurso que otro le ha
escrito. Todos destacamos en algo, aunque ese algo sea aparentemente inútil o
perjudicial de evidencia. Pero todos tenemos un complejo mental de que hay un
destino escrito y nos pasamos la vida buscándolo como el pirata su tesoro.
Pocos son los que meditan, se autoanalizan y profundizan en sí mismos para
saber por qué son diferentes y con ello especiales. La mayoría copia al de al
lado y hacemos países que bien podríamos llamar “Territorio facsímil” o “Territorio
remedo”. Un frustrado suele decir a sus hijos y subordinados que no sirven para
nada, sin darse cuenta que el inútil es él, porque sin los otros, él no es
nadie. El problema estriba cuando esos subordinados se lo creen y se convierten
en la segunda generación de frustrados, que dedicará su vida a frustrar a la
siguiente generación. Errar es sano si se aprende a no errar. Los
errores son valiosos para avanzar, sin quedarse pegado a la idea de la falta de
eficacia y ceder a la tentación de entregarse a la mediocridad. La falta de
autoestima frustra la creatividad y con ello el pensar en su propio destino. No
en resignarse a ser una pieza sustituible de esta sociedad de autodestrucción.
Uno es lo que cree, y si lo que se cree es que uno no sirve para nada, así
será, porque la nada es lo único que puede surgir de la nada. En el otro
extremo de frustración es el que se pone metas utópicas, defiende causas
perdidas y se cree omnipotente. Entonces se idolatra a sí mismo y se confunde
de parte a parte, porque su destino no empieza y acaba en él. Muchos confunden
el destino con los objetivos parciales para conseguirlo. E incluso los
sustituyen. Éstos suelen terminar usados por corrientes políticas, sectarias y
materialistas. Entiendo que es más difícil ser verdaderamente libre, que dejar
de pensar por sí mismo, permitiendo que otros lo hagan por ti. Muchas
iniciaciones grupales son actos de arriesgar la salud, la vida o la libertad
para demostrar a un grupo de frustrados que se pertenece a ese apartado de
calificativo. ¡Mi destino es capitán de los ladrones¡. O ¡ganar veinte veces el
mundial de lo que sea¡. O ¡descubrir el remedio contra el cáncer¡. O ¡escribir
este libro¡. ¡Vaya chorrada¡ Algunos de esos objetivos son loables, otros
utópicos y otros los hace cualquiera con un dedo de frente. En todo caso, todos son medios u objetivos
parciales, para cumplir con mi destino. ¿Cuál es mi destino? Eso es lo que
intentaré comprender en estos días.
miércoles, 27 de agosto de 2014
QUÉ ES EL DESTINO
"Creer en el destino es tener miedo a cambiar el futuro." (Anónimo)
Decía Washington Irving en “Cuentos de Alhambra”: “Llegóse
el príncipe a él con el respeto y reverencia que inspiraban su venerable
aspecto y sobrenatural sabiduría, y le dijo: —Perdonad, ¡oh ancianísimo y sabio
cuervo mágico, si interrumpo por un momento vuestros estudios, admiración del
mundo entero. Aquí tenéis delante a un peregrino de amor, que desea pediros
consejo para alcanzar el objeto de su pasión. — Decidme claramente —le dijo el
cuervo dirigiéndole una mirada significativa— si es que queréis consultar mi
ciencia de zahorí; si es eso, mostradme vuestra mano y dejadme descifrar las
misteriosas líneas de la fortuna. —Dispensad —le dijo el príncipe—. No vengo
para conocer los decretos del destino, ocultos por Allah a la vista de los
mortales, sino que, peregrino de amor, deseo solamente conocer la clave para
encontrar el objeto de mi peregrinación”… “Yo soy el precursor del destino, y
mi misión es cantar los presagios de la muerte desde lo alto de las chimeneas,
batiendo mis alas junto a las ventanas de los que están enfermos. Podéis ir,
por lo tanto, a otra parte en busca de esas noticias relativas a vuestra bella
desconocida. — ¿Y dónde ir a buscarla sino entre los hijos de la sabiduría,
versados en el libro del destino? Sabed que soy un augusto príncipe influido
por las estrellas, y que me encuentro destinado a llevar a cabo una empresa
misteriosa de la cual depende la suerte de vastos imperios. Cuando el cuervo
vio que era un asunto de importancia en el cual influían las estrellas, cambió
de tono y ademanes y escuchó con profundo interés la historia del príncipe”.
Los interrogantes se me acumulan en las circunvoluciones cerebrales.
¿Qué es el destino? ¿De qué material está compuesto? ¿Por qué existe? ¿Si todos
tenemos un destino independiente, será porque hay un destino colectivo? ¿Para
qué sirve? ¿Es fijo o modificable? A lo largo de mi vida y del estudio de otras
vidas que he llevado a cabo para este epítome, veo que las personas entran y
salen de nuestra vida, pero hay algunas que aunque se vayan, siempre algo
provoca que vuelvan. A pesar de que insistamos en salirnos del supuesto camino
trazado, tarde o temprano todo adquiere un sentido. Si por el contrario, si
seguimos haciendo lo que estamos haciendo, la mayoría de las veces lograremos
lo que ya estamos consiguiendo. Los escritores y cantantes no hacen más que
repetir una y mil veces cosas como: “Caminante no hay camino, se hace camino al
andar”…“Al forjar nuestro destino, trazamos nuestro camino”…“Todo pasa y nada
queda, y lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar”...
“El destino es el cambiador de tu futuro; el destino es un juego de la ruleta de
variaciones a tu manera de vivir”... Lo que está claro es que nuestro destino
no lo conocemos hasta que se pone nuestro punto y final. El único consuelo que
nos puede quedar es saber si lo hemos aprobado con nota y si ha merecido la
pena.
Cariño:
Durante la investigación de este estudio, el amor ha vuelto a
cruzarse en mi camino, ¿Destino? Me preguntaba cada vez que sus labios rozaban
los míos. ¿Casualidad? Me repetía cada vez que mis manos rozaban sus pechos.
¿Karma? Insistía cada vez que uníamos nuestras manos. Elena es una morena, como
la Leonor que Verdi personificaba en “La fuerza del destino”. Mismos ojos, de
centímetro y medio de diámetro pupilar, mismo porte, mismos labios, mismo pelo.
Juntos paseábamos por los parques, hablábamos, marcábamos un porvenir, mientras
yo buceaba cada noche en encontrar un sentido a aquello. Me explico. Hacía diez
años que había renunciado a tener una compañera que no fueses tú, a pesar de la
cantidad de sucedáneos que soportaron mis noventa kilos de peso. Trataba con quiromantes
y astrólogos, del mismo modo que con filósofos y religiosos, por encontrar mi
destino, mi sino, mi karma, o mi predestinación donde fuere. Entonces aparece Elena
y todo mi interior se voltea como una noria. Nuestros encuentros amorosos se
retrasaban porque a medida que entendía este mejunje del destino, algo en mi me
decía que estaba predestinado a ti y a otro fin superior. Andaba yo en estas
diatribas cuando cayó en mis manos la
obra “Temor y Temblor” de Kierkegaard Soren. Sonrío con melancolía al
recordarlo porque en su prólogo, se resume que es una especie de autobiografía.
Esta publicación de 1799, va desgranando lo que en mi interior ocurría, en
clara sinergia con Soren. Mi nuevo amigo Kierkegaard trata de demostrar que es
posible conciliar el amor sensual con el espiritual; (leo textual) Kierkegaard
lo niega: “placer físico y reflexión no pueden convivir”. Por otra parte
considera a Regina como la tentación con la que se trata de apartarle del
camino que Dios le ha ordenado tomar, aunque al mismo tiempo considera que es
el mismo Dios quien ha dispuesto esta tentación para probarlo y hacerle
finalmente ver claro cuál debe ser su auténtico destino. Regina vive el mundo
de las sensaciones con toda plenitud, hay en ella alegría a nivel biológico que
Kierkegaard no puede compartir. De Aut-Aut a La Repetición, pasando
por Temor y Temblor, Soren se explica y nos explica la totalidad de
contradicciones que se dan en lo que está ocurriendo: Regina no puede
acompañarle por el camino de la reflexión que lleva finalmente al estadio
religioso. Regina no le puede comprender ni puede abandonar, por ahora, estadio
estético en que vive. Dios le ha hecho débil físicamente y poderoso a nivel
intelectual porque lo destina a una tarea determinada: es un elegido, es el
Único, el Interesante, el Particular por excelencia; al mismo tiempo
descubre que ser un elegido del Señor no resulta fácil ni agradable. A la vez
comprende que al renunciar a Regina está renunciando a la única posibilidad de
ser feliz en este mundo que le ha sido y le será brindada. Por otra parte,
Regina lo ama intensamente, y él no puede aceptar ese cariño que por ser
romántico, por ser estético, pertenece sólo a lo cismundano y como tal debe
acabar en el tedio y la desesperación de todo lo terreno. Es eso lo que intenta
decir a Regina en Aut- Aut. Y también le da a entender que se separa de
ella, no definitivamente, para producirle un dolor que la madure. Gracias a ese
dolor será posible la repetición, es decir, será posible reanudar las
relaciones, el noviazgo, y ya ambos en la esfera ética, en la reflexión,
emprender de común acuerdo el camino de lo religioso. El paralelismo que Soren
y yo tuvimos me hace pensar que si el destino no está escrito, al menos debería
escribirse al final de nuestras vidas un resumen. El caso es que no solo me
contuvo la literatura, sino tu presencia permanente en mi corazón, y ambos
inspiraron el final con Regina (mi Elena). Este detalle ha hecho que cada
capítulo sea redactado tal y como han sucedido los hechos de esta investigación.
Soy consciente que hay
muchos momentos en esta obra, en los que la densidad de los datos evita que el
libro sea de “consolilla” pasando a ser de “concentración”. También caigo en
períodos en los que he cuidado y organizado el texto, con otros períodos en los
que la braquiología me domina; supongo que no estamos igual de ánimo para
escribir todos los días y máxime cuando se trata de estos temas
trascendentales. El rasgo principal, es docere
et delectare (enseñar divirtiendo):
aplicando sin duda el perfil del
encriptamiento del mensaje, a veces sutil y otras, dejo al lector en demasía,
la posibilidad de correr su imaginación fuera del círculo.
lunes, 25 de agosto de 2014
Solidario con la necesidad, un kilo de alimentos por cada libro mio vendido es la !maesemania! pic.twitter.com/15NzaLcBzw
“No mires
nunca de dónde vienes, sino a dónde vas”. (Pierre Agustín de Beaumarchais)
Hola Cariño: Estaba
pensando en nosotros y se me ocurrió escribir el libro del destino que tienes
en las manos. Ah! Se me olvidaba... Disculpa que te moleste. etc., etc... Ya
puedo seguir... Y me enfrento a varias preguntas difíciles a ver si me ayudas.
¿Qué fue primero nuestro destino o nosotros? ¿Qué es primero el hombre o su
destino? Está claro que tú y yo estamos destinados a no juntarnos ni para un
café, entonces ¿Qué sentido tiene habernos conocido? ¿De qué ha servido? O por
el contrario ¿Somos consecuencia de no habernos juntado antes? Y ¿No fue el destino
sino libre decisión?. Si fue libre decisión, entonces, ¿Por qué ninguno dio el
paso? Que yo sepa, no elegimos, o ¿sí? Y
si elegimos en aquel entonces y seguimos erre que erre ahora ¿Será nuestro
destino estar juntos, o estar separados? Y si es así, ¿Cuál es el sentido de
todo esto? A lo largo de nuestra vida oímos constantemente frases como “Ya nada
volverá a ser igual entre nosotros, ¿verdad?”. Me detengo a pensar que tiene
razón. Algo hemos hecho o ha ocurrido en nuestro entorno, que modifica el curso
de una relación. ¿Por qué? me pregunto. ¿No era este el destino para el que
estaba seleccionado? Entonces, si no lo era, ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué no
tengo derecho a conocer mi futuro? ¿A caso no me pertenece? ¿No es mío? Y si no
es mío, entonces ¿Por qué cargo con él y no me pagan royaltis por el libro de
mi vida? Mucha gente con la que converso sobre este tema, cree que el destino
es como un río que fluye en una sola dirección. Otros me dicen que es la
casualidad. ¡Vale, lo admito¡ y pregunto ¿Es casualidad o causalidad? Lo que a
simple vista nos parece un mero accidente, ¿Surge de la más profunda fuente del
destino? Porque si es así y el destino es una fuente, entonces se podrá
encontrar, regular, cortar o abrir con un simple grifo ¿no? Y continúo
preguntando, ¿si el accidente no será una pieza del destino? A continuación
aparece otro amigo y me aconseja que “no haga nada hoy que comprometa mi mañana”.
¡Ufff¡ eso querrá decir que yo manejo mi destino. Y mi amigo insiste “Si no
encuentras tu camino, háztelo”…”Si no intentas grandes cosas, no las
lograrás”…”Síguete a ti mismo, sino te perderás”. Giro la mirada a las
religiones y todas coinciden en que hay un Dios y que éste marca el destino de
los hombres. Si está escrito de antemano entonces ¿Para qué me molesto en
buscarlo? Porque él me encontrará. ¿Para qué me molesto en tomar decisiones? Si
haga lo que haga él me encontrará y si lo puedo cambiar con mi libre albedrío,
entonces ¡vaya mierda de destino¡ y tanto rollo idealizado entorno a él. Pero
si profundizo y veo que un “alguien” ha escrito mi destino y yo lo puedo
corregir, el poder de ese Alguien es muy pobre comparado conmigo ¡Ufff¡ esto sí
que es un lío.
¿El destino es un invento
humano para que nuestras acciones se coloquen en lo incierto y no en lo
verdadero, y así manipularnos mejor? Justo en este instante otro amigo me dice
“Yo no creo en el destino, para mí el destino no existe, yo creo en lo inevitable
pero no en eso que llaman destino, no puede ser que todo lo que hago es un
burdo juego al azar”. Me quedo mirándole y le digo, ¿qué diferencia hay entre
el destino y tu inevitabilidad? Solo cambias la nomenclatura. Mi amigo se
rehace del golpe y me pone un ejemplo para que entienda su postura, diciéndome
“Un viaje en barco no tiene destino, es un destino en sí mismo que depende de
la suerte y la preparación.” ¡Vale¡ le contesto, la preparación sí que depende
de mí, pero la suerte, como tú dices, ¿qué es en realidad? ¿No forma parte del
destino? Siempre me he preguntado miles de cosas que vagaban en mi mente, sin
encontrar respuestas terrenales y forjando muchas críticas a las divinas. Miedo
tengo a las respuestas, porque si un día las consigo, ¿qué será de mí a partir
de ese instante? ¿Será mi destino abrir preguntas o cerrar respuestas? Lo que
tengo claro es que en cualquier caso, en ese instante, el destino cambiará mi
vida. Pero si he conseguido yo solito las respuestas, puede que destino y yo, seamos
una misma cosa. ¿Por qué? Porque entonces todo toma sentido y todos tendrían
razón. Dios nos crea por medio de nuestros padres, luego ya se conjugan
religión y empírica en un momento, luego nosotros vamos sembrando acciones en
nuestra vida, de las cuales cosechamos costumbres. A medida que pasamos
conocimientos a la siguiente generación, estamos sembrando hábitos y cosechamos
un carácter, una forma de ser y actuar, en definitiva, una manera de concebir.
Pero ¿qué ocurre cuando sembramos caracteres?, que cosechamos el destino de los
hombres, de las generaciones, de las culturas, de las civilizaciones. Si
preguntamos ¿dónde está escrito este destino?, para el caso de que exista,
vemos que desde que el mundo es mundo, unos dicen que en las estrellas y hablan
de astrología y cartas astrales. Otros dicen que en las propias manos y hablan
de de huellas dactilares y quiromancia. Los terceros hablan de que todo radica
en el alma y hablan de religiones. Decía Virginia
Woolf en “Una habitación propia”: “¿Quién me censura? Muchos, no cabe duda, y
me llamarán descontenta. No podía evitarlo: la inquietud formaba parte de mi
carácter; me agitaba a veces hasta el dolor... Es vano decir que los humanos
deberían estar satisfechos con la quietud: necesitan acción; y si no la
encuentran, la fabrican. Son millones los que se hallan condenados a un destino
más tranquilo que el mío y millones los que se rebelan en silencio contra su
suerte. Nadie sabe cuántas rebeliones fermentan en las aglomeraciones humanas
que pueblan la tierra. Se da por descontado que en general las mujeres son muy
tranquilas; pero las mujeres sienten lo mismo que los hombres; necesitan
ejercitar sus facultades y disponer de terreno para sus esfuerzos lo mismo que
sus hermanos; sufren de las restricciones demasiado rígidas, de un
estancamiento demasiado absoluto, exactamente igual que sufrirían los hombres
en tales circunstancias. Y denota estrechez de miras por parte de sus
semejantes más privilegiados el decir que deberían limitarse a hacer postres y
hacer calcetines, a tocar el piano y bordar bolsos. Es necio condenarlas o
burlarse de ellas cuando tratan de hacer algo más o aprender más cosas de las
que la costumbre ha declarado necesarias para su sexo”.
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