El perfil de una mujer maltratadora. Foto
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Por Pablo Huerta.
La semana pasada Investigation Discovery publicó una nota sobre el maltrato verbal en las parejas. Un flagelo que padecen en su mayoría las mujeres, víctimas de una sociedad violenta y patriarcal. Allí se destacaba que también los hombres pueden ser quienes sufran la agresión. No son pocos, tan solo se habla menos del tema por ser un drama tabú. La sociedad los condiciona a ser dominantes y no dominados. Y el silencio se transforma en su peor enemigo.
EL VICTIMARIO
Un caso típico es cuando la mujer conforma la pareja y llega al matrimonio por necesidad y no por amor. Las razones pueden ser una familia que la echó de su hogar, una soledad que la atormenta, la falta de dinero, la presión social de ver que sus amigas ‘concretan’, o un embarazo no deseado. La chica busca pareja. La encuentra. Nace una relación. Crece el vínculo. Y al poco tiempo deciden sellar la unión casándose. Los primeros meses es todo compartir. Pero ya entonces se empieza a notar que la balanza desequilibra. Las quejas y los reclamos se suceden y en determinado punto se vuelven intolerables. El velo del romance se cae y el hombre comienza a ser víctima del maltrato. Una agresión que se da mayormente de forma verbal, pero que también puede llegar a ser física.
Cuando la génesis de la relación no es el amor y el deseo por el otro, cuando la mujer no está preparada anímica y psicológicamente para amar y convivir con otra persona o para afrontar la maternidad, puede dispararse un cuadro neurótico en el que descargará sus amarguras inconscientes sin resolver sobre su marido, primero, y sus hijos, después.
A partir de entonces, no importa lo que él haga, siempre estará mal. Y de un modo u otro ella encontrará cómo deformar lo sucedido para justificar su compulsiva necesidad de agredirlo y humillarlo.
En casos leves, la agresora se limitará a manipular y exigirle siempre más a su pareja. Pero en casos graves, donde la mujer sufre un trastorno de personalidad, su violencia puede ser terrible para el prójimo, pasando de lo verbal a lo físico.
Buscará para su cometido a personas con la autoestima baja igual que ellas. Porque esto también es real: el victimario tampoco se quiere mucho a sí mismo. Pero su narcisismo lo priva de toda humildad y autocrítica y sólo busca culpar a la víctima de su propia infelicidad intrínseca.
No importa acá el éxito en el campo profesional o social de uno u otro. Servirá sólo a nivel discursivo. Puertas adentro, los títulos y el dinero quedan en un segundo plano.
Un dato curioso es que estas mujeres no buscan separarse. Es decir, si la convivencia con alguien ‘tan estúpido’ es intolerable, lo lógico es que busque otra persona ‘mejor’. Pero no sucede. Lo que en definitiva evidencia su intención: el maltrato en sí.
LA VICTIMA
La víctima verá cómo sus actos y opiniones son permanentemente juzgados de manera desproporcionada, y cómo es puesto en el lugar de una persona tonta, mala o inservible que sólo le complica la vida a su mujer. Se le resaltarán todos los defectos o, llegado el caso, se le atribuirán algunos inexistentes.
Si cansado de lo que le toca vivir elige ignorarla, ella le dirá que él sólo se preocupa por sus problemas y escuchará frases como: “¡Nada más te importa lo tuyo!, ¡yo no significo nada para ti!”.
Si en cambio decide brindarle cariño y contenerla, lo tratará de infantil: “¡Eres un baboso!, ¡con esto no arreglas nada!”.
Si por el contrario reacciona enfrentándola, lo tildará de violento: “¿Quién te has creído?”, ¡a mí no me hables así!”.
Algunos buscarán refugiarse en el trabajo, la familia o los amigos. Otros comenzarán a desarrollar conductas de riesgo: alcohol, drogas, apuestas, salidas hasta la madrugada. Lo que en definitiva dará más razones a su mujer para continuar quejándose. El viaje de ida se completa cuando llega la infidelidad para recuperar el sexo o el amor perdido.
Lo que está en juego no solo es la relación. Si el hombre no se aleja a tiempo puede desarrollar cuadros depresivos, trastornos de la personalidad o problemas sexuales.
Entre los hombres hay un tipo que es el que peor la pasa: el que se vuelve cómplice de la situación. Este es el que genera mayor desprecio: ¡No sirves para nada!, ¡cómo me arrepiento de haberme casado contigo!”. Tienden a ser personas infantiles que ven a su pareja como una ‘madre justiciera’ que tiene razón y les da su merecido. Estos sujetos quedan anulados y a expensas de lo que su esposa decida.
QUÉ HACER
Lamentablemente no hay mucho que el hombre puede hacer al respecto. La agresora debería asumir su maltrato para comenzar un tratamiento terapéutico y esto con el tiempo podría revertir la situación. Pero no suele ocurrir que la persona violenta se asuma como tal. Si la percepción de la mujer será siempre inequívoca y furiosa es casi imposible que haya espacio para el diálogo o la negociación.
Quienes peor la pasarán serán esas personas inmaduras y dependientes de la figura femenina. No podrán establecer un corte y terminarán con su autoestima aún más por el piso, justificando el accionar de su pareja: “Ella tiene razón, soy un estúpido, hago todo mal”.
El consejo es siempre consultar con un profesional de la salud mental y, llegado el caso, tomar distancia. Nadie debe sufrir innecesariamente. Mucho menos los problemas de otra persona que no sabe ni querer ni respetar.
Si de mujeres peligrosas se trata, no te pierdas el estreno de la serie CASADAS Y ARMADAS, el viernes 11 de octubre a las 9 PM por Investigation Discovery.

Madres Tóxicas


La diferencia entre una persona feliz que desarrolla su potencial y otra que duda a veces la encontramos en su niñez
Investigaciones realizadas demostraron que desde el embarazo los bebes perciben en el útero los sonidos del exterior, y las emociones de la madre. En el estado de gravidez, algunas mujeres, dependiendo del ambiente emocional en la concepción  desarrollan sentimientos de rechazo al bebé; los cuales pueden incrementarse si se presenta la depresión post natal. Siendo, esta en la mayoría de los casos una situación pasajera.
 
 ¿¨Por qué algunas madres mantienen un trato nocivo a sus hijos"?
 
Una explicación puede ser que también ellas fueran maltratadas en la infacia, donde aprendiero que el mundo es por definición un lugar inseguro. Así, la conducta de estas madres fue modelada por el mismo trato que ahora dispensa a sus hijos. Curiosamente, cuando eran objeto de maltrato algunas se decían a sí mismas, que jamás procederían con sus hijos de ese modo. Entonces ¿Por qué actúan así? Porque es una conducta inconsciente. Aquello que más detestaron se vuelve una conducta automática. Fue lo que aprendieron.

Una madre tóxica, es controladora. Usa las comparaciones y la humillación pública como método de control. Así la sometieron a ella. Cuando la madre procrea más hijos, dependiendo de la posición que se ocupe, ella se identificará con uno de ellos dirigiendo su preferencia en menosprecio de los otros.

Allí es donde aparece la comparación  No hay arma más destructiva que la injusta comparación. Exaltando a uno, disminuyendo al otro. Tiene como ganancia, tener un aliado entre los hijos que se ponga de su parte. Necesita formar alianza con otros miembros de la familia para ejercer el control.

La manipulación, es otra cara de la conducta tóxica en los progenitores. La madre suele colocarse de victima para generar sentimientos de culpa en su hijo o hija. En especial cuando éstos como adultos toman decisiones autónomas 

Las madres controladoras o tóxicas aún tratan a su hijos como si siguieran siendo niños, negando el rol de adultos que poseen. El control puede ir desde la elección de la ropa, el color, estilo, hasta la forma de hablar. Volviéndose más critica la situación cuando deciden formar familia. Quieren dictar cátedra en la familia de sus hijos. Como criar a los nietos, la yerna como "debe preparar la comida", y hasta el momento en que deben o no concebir hijos. Por supuesto, la elección de la pareja es un detonante de discordia en muchos casos, pues suelen desaprobar esa decisión.

Pero ¿Actúan así únicamente porque lo aprendieron en la infancia? Pues no. Detrás de esa conducta, se esconde el miedo al abandono o a la soledad. Situación que ocurre tiempo después cuando los hijos no logran colocar el limite a su espacio familiar e individual.
Con el control y la toxicidad se obtiene lo que más temen. La soledad

En el caso de los hijos únicos, o con alguna enfermedad o condición de discapacidad, la situación se torna en un pase de factura. Es un recital de: por ti deje, hice, me sacrifique, etc. Se cuestiona al hijo por no pensar como ella.

¿Cómo actuar ante esta situación?


Primero es importante, reconocer que se requiere ayuda profesional. Porque las heridas infligidas, si no son tratadas, tienen un altísimo porcentaje de extenderse a los hijos propios. Se tiene que romper el ciclo de toxicidad.

Además, es recomendable, en la medida que la situación econímica lo permita, poner una distancia física entre el progenitor controlador y el hijo o la hija. Hay que admitir que cuando el hijo adulto aún depende económicamente de la madre, es difícil colocar límites. Sin embargo, es importante mantener la independencia usado otras habilidades y no asumir que un tipo de dependencia obliga a asumir otras. 

Por otro lado, hay que reconocer que la situación económica en algunos países no permite, que incluso profesionales puedan pagar el arrendamiento de una vivienda si están solos.

Aquí es importante el trabajo psicológico porque al detectar la manipulación: después de un intervalo de indignación ante la confrontación con la realidad, es habitual que se produzca en el progenitor la liberación del peso de la culpa.  Cuando reconocemos la manipulación nos podemos proteger y romper el lazo.

Por ello, si es tu situación busca ayuda profesional. No discutas, solo aumentas la frustración, la rabia y el dolor. Se asertivo. Rompe el circulo y no repitas el guiòn.  - See more at: http://lamenteesmaravillosa.com/madres-toxicas#sthash.J5k6Enux.dpuf