viernes, 29 de agosto de 2014




Hola Cariño:
Hoy ha caído este comentario en mis manos y no he dudado en enviártelo a ver si nos aclara esto del destino. Es el discurso más corto que haya visto nunca de manos de un alto cargo. Está escrito por Bryan Dyson y lo dijo al dejar el cargo de Presidente de Coca Cola, dice así. "Imagina la vida como un juego en el que estás malabareando cinco pelotas en el aire". Estas son: Tu trabajo, tu familia, tu salud, tus amigos, y tu vida espiritual, que las mantienes todas éstas en aire al tiempo. Pronto te darás cuenta que el Trabajo es como una pelota de goma. Si la dejas caer, rebotará y regresará. Pero las otras cuatro pelotas: Familia, Salud, Amigos y Espíritu son frágiles, como de cristal. Si dejas caer una de estas, irrevocablemente saldrá astillada, marcada, mellada, dañada y incluso rota. Nunca volverá a ser lo mismo. Debes entender esto: apreciar y esforzarte por conseguir y cuidar lo más valioso. Trabaja eficientemente en el horario regular de oficina y deja el trabajo a tiempo. Dale el tiempo requerido a tu familia y a tus amigos. Haz ejercicio, come y descansa adecuadamente. Y sobre todo... crece en vida interior, en lo espiritual, que es lo más trascendental, porque es eterno. Shakespeare decía: Siempre me siento feliz, ¿sabes por qué?. .......Porque no espero nada de nadie, esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución. Lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta, ¡por eso ámala! Vive intensamente y recuerda: Antes de hablar...¡Escucha ! Antes de escribir... ¡Piensa! Antes de criticar... ¡Examina! Antes de herir... ¡Siente! Antes de orar ¡Perdona! Antes de gastar... ¡Gana! Antes de rendirte ¡Intenta! Antes de Morir... ¡¡Vive!!” 


¿Para qué sirvo? Me pregunto cada noche. Toda la vida me la paso buscando los motivos por los que nací y para qué nací. ¿Soy parte de una maquinaria? Tengo una vocación y no la pude cumplir ¿Y ahora qué? todos los días me pinto una manera de conseguir dinero para comer porque he nacido en un sistema corrupto, organizado para que solo unos se mantengan a costa de los demás y como estoy harto de adoctrinadores de pacotilla, docentes de tebeo y cosas que me hacen dependiente de algo, soy prácticamente proscrito de cualquier sistema social. Todo gira en torno a un supuesto prestigio social y a una popularidad, que generen ingentes cantidades de dinero para todo el que me rodee, o si no, seré apartado. Si intento ser caritativo con el débil, me critican porque les dejo a los otros en mal lugar. Si tengo fé en Dios, Allah o Yahvé me persiguen hasta matarme. Si no copio en los exámenes y no dejo copiarse al palurdo de al lado, me postergarán al ostracismo, a no ser, que tenga algo más que necesiten de mi. A cambio, en el futuro seré operado por alguien que copiaba en los exámenes y dirigido por un presidente de nación que siquiera sabe leer un discurso que otro le ha escrito. Todos destacamos en algo, aunque ese algo sea aparentemente inútil o perjudicial de evidencia. Pero todos tenemos un complejo mental de que hay un destino escrito y nos pasamos la vida buscándolo como el pirata su tesoro. Pocos son los que meditan, se autoanalizan y profundizan en sí mismos para saber por qué son diferentes y con ello especiales. La mayoría copia al de al lado y hacemos países que bien podríamos llamar “Territorio facsímil” o “Territorio remedo”. Un frustrado suele decir a sus hijos y subordinados que no sirven para nada, sin darse cuenta que el inútil es él, porque sin los otros, él no es nadie. El problema estriba cuando esos subordinados se lo creen y se convierten en la segunda generación de frustrados, que dedicará su vida a frustrar a la siguiente generación. Errar es sano si se aprende a no errar. Los errores son valiosos para avanzar, sin quedarse pegado a la idea de la falta de eficacia y ceder a la tentación de entregarse a la mediocridad. La falta de autoestima frustra la creatividad y con ello el pensar en su propio destino. No en resignarse a ser una pieza sustituible de esta sociedad de autodestrucción. Uno es lo que cree, y si lo que se cree es que uno no sirve para nada, así será, porque la nada es lo único que puede surgir de la nada. En el otro extremo de frustración es el que se pone metas utópicas, defiende causas perdidas y se cree omnipotente. Entonces se idolatra a sí mismo y se confunde de parte a parte, porque su destino no empieza y acaba en él. Muchos confunden el destino con los objetivos parciales para conseguirlo. E incluso los sustituyen. Éstos suelen terminar usados por corrientes políticas, sectarias y materialistas. Entiendo que es más difícil ser verdaderamente libre, que dejar de pensar por sí mismo, permitiendo que otros lo hagan por ti. Muchas iniciaciones grupales son actos de arriesgar la salud, la vida o la libertad para demostrar a un grupo de frustrados que se pertenece a ese apartado de calificativo. ¡Mi destino es capitán de los ladrones¡. O ¡ganar veinte veces el mundial de lo que sea¡. O ¡descubrir el remedio contra el cáncer¡. O ¡escribir este libro¡. ¡Vaya chorrada¡ Algunos de esos objetivos son loables, otros utópicos y otros los hace cualquiera con un dedo de frente.  En todo caso, todos son medios u objetivos parciales, para cumplir con mi destino. ¿Cuál es mi destino? Eso es lo que intentaré comprender en estos días.