http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/2012/10/22/como-evitar-los-reproches/
traducido por Federico Dilla
How to avoid the reproaches?
It is the title of this post a title trap, because depending on how you interpret the reader will be marking the line of the subsequent reasoning. That is, if reading "how to avoid the reproaches" has thought "how to escape the reproaches of others" will not be the same obviously-if the interpretation was "how can I stop reproach to others".
So, it is clear that everyone has freedom to tell him the show as it goes. And truly, in an effort to "wet" will pull to the second possibility because the first one I have being overcome quite some time ago thanks to a careful and strengthened self-esteem.
However, the stop reproaching others ... still costs me God and help. Especially when I am convinced that "I am right" and my heart pushes me to claim what's mine I consider giving carte blanche to mind the considerations of others.
What I am clear about the criticisms is that they are a "tool" to always, always, scratched, broken, cracked, hurts and leaves everything a mess, even unrecoverable. Make a reproach is the best way to lose friends there, cause no unnecessary harm and benefit collect more difficult to circumvent domestic unrest.
So I'm turning around my heart a very big criticism I have for a loved one who does not realize (or do not want to realize) everything you've done for their welfare without giving me back what I've been waiting for years.
How far is only my wounded ego that wants to talk through my mouth? Is it really ungrateful that person or am I selfish? Is it worth taking into account the payment I am receiving or should not do any attention?
The ego. The monster ... that so often sneaks into the path of the heart to the mind-or vice versa-and destroys it passes the best of our essence if we are not careful. The ego. That puts our thoughts above others and minimizes authoritatively, removing sense, power, rights ...
To avoid reproach to others, to avoid making and hurt myself in an unnecessary declaration of war that no one has asked me, I have not found more than a method that is effective: give me a half hour security. When I'm boiling inside of wanting to "give the talk" whom I think I is causing your attitude or indifference or lack of consideration, I (I force myself rather) half hour of silence, introspection mandatory and I turn the fire to my mind no longer boiling.
Once or almost calm and I can deal with my inner demons lighter. And that's when I'm realizing that others reproach them because they cause the same effect on me as I lead them: anger, alienation and disappointment.
So I have no choice, in an exercise of a sound understanding not result in other negative emotions that away from my love. Especially when I want those people and it may even need them emotionally.
When I've been waiting for something that has not come, try putting amoldarme to the situation in the other's shoes and leaving room for their own reasons rather than occupy the entire space with mine.
Sometimes I succeed; other still muttering to myself.
Anyway.
LaAlquimista
¿Cómo evitar los reproches?
Es el título de este post un título con trampa, porque según como lo interprete el lector estará marcando la línea del subsiguiente razonamiento. Es decir: si al leer “cómo evitar los reproches” se ha pensado en “cómo escaparse de los reproches ajenos”, no será lo mismo –evidentemente- si la interpretación ha sido “cómo puedo dejar de hacer reproches a los demás”.
Así las cosas, queda claro que cada uno tiene libertad de contar la feria según le va en ella. Y servidora, en el afán de “mojarse”, va a tirar hacia la segunda posibilidad porque la primera la tengo en vías de superación desde hace ya bastante tiempo gracias a una cuidada y fortalecida autoestima.
Sin embargo, lo de dejar de hacer reproches a los demás… me sigue costando Dios y ayuda. Sobre todo cuando estoy convencida de que “tengo razón” y mi corazón me empuja a reclamar lo que considero que es mío dándole patente de corso a mi mente sobre las consideraciones de los demás.
Lo que sí tengo claro acerca de los reproches es que son una “herramienta” que siempre, siempre, rasguña, rompe, raja, hiere y lo deja todo hecho un asco, irrecuperable incluso. Hacer un reproche es la mejor manera que existe de perder amistades, provocar daño innecesario y no recoger más beneficio que un malestar interno difícil de soslayar.
Así que ando dándole vueltas alrededor de mi corazón a un reproche bien grande que tengo hacia una persona querida que no se da cuenta (o no quiere darse cuenta) de todo lo que he hecho por su bienestar sin darme a cambio lo que yo he estado esperando durante años.
¿Hasta qué punto es únicamente mi ego herido el que quiere hablar por mi boca? ¿Es realmente desagradecida esa persona o soy yo una egoísta? ¿Es digno de tomar en cuenta el pago que estoy recibiendo o no debería hacer ni caso?
El ego. El monstruo ése… que tan a menudo se cuela en el camino del corazón hasta la mente –o viceversa- y destruye a su paso lo mejor de nuestra esencia si no somos precavidos. El ego. Que sitúa a nuestros pensamientos por encima de los de los demás y los minimiza de forma autoritaria, quitándoles sentido, poder, derechos…
Para evitar hacer reproches a los demás, para evitar hacer y hacerme daño a mí misma en una innecesaria declaración de guerra que nadie me ha solicitado, no he encontrado más que un método que sea efectivo: darme la media hora de seguridad. Cuando estoy hirviendo por dentro de ganas de “dar la charla” a quien creo que me está provocando con su actitud o su desapego o su falta de consideración, me doy (me obligo más bien) media hora de silencio, de introspección de obligado cumplimiento y apago el fuego para que mi mente deje de estar en ebullición.
Una vez calmada –o casi- ya puedo hacer frente a mis demonios internos con más tranquilidad. Y entonces es cuando me voy dando cuenta de que hacer reproches a los demás causa en ellos el mismo efecto que causan en mí cuando me los dirigen: rabia, distanciamiento y decepción.
Por lo que no me queda otra, en un ejercicio de sana inteligencia, que no provocar en los demás emociones negativas que los alejen de mi cariño. Sobre todo cuando quiero a esas personas y además puede que hasta las necesite afectivamente.
Cuando he estado esperando algo que no ha llegado, intento amoldarme a la situación poniéndome en los zapatos del otro y dejando un margen para sus propias razones en vez de ocupar todo el espacio con las mías.
A veces lo consigo; otras sigo refunfuñando conmigo misma.
En fin.
LaAlquimista