Diario
Dime Diario, ¿por qué hacemos el mal? Yo he
buscado respuestas en los pensadores y veo que Sartre plantea que es el temor a
la muerte, pero no me convence para el tema del Arallu y entes como él. Ernest
Becker lo plantea como muestra para superar nuestra insignificancia, y puede aproximarse
a la idea que yo tengo. Schopenhauer lo plantea como un instinto de
supervivencia pisando a los demás y también podría ser razonable su teoría.
Bernard Williams plantea que la gente se porta bien siempre y cuando no se le
exponga a una situación crítica y éste me convence un poco más, porque siempre
decimos ¡qué suerte tiene tal o cual persona, ya le quisiera ver yo en mi
situación¡ y esto me recuerda la necesidad que tiene el ser humano de un
referente a imitar. Querido Diario si te fijas en tus páginas, desde Jasón a Supermán,
pasando por Simbad y los héroes romanos. Todas las civilizaciones han forjado
sus éxitos en leyendas más o menos veraces. Hitler emulaba a Napoleón; mientras
que Napoleón imitaba a César, se fijaba en Alejandro Magno y seguía las rutas
de Aníbal; al tiempo que Alejandro Magno imitaba a Nabucodonosor y seguía a Diógenes.
Yo me pregunto ¿Cuál sería el balance o el desequilibrio entre el bien y el mal
que los seguidores de esos ídolos (a los que admiramos) han producido en el
mundo? ¿Cuántos han desencadenado más violencia que han pacificado? Querido
Diario he seguido investigando en los sabios en busca de respuestas. He visto
que Spinoza planteaba que los seres humanos en general tienden a sentir
compasión por los demás a pesar de ser egoístas y ambiciosos. Claro esto lo
firmaría también Kant y Confucio y seguramente el resto de nosotros, pero
¡pregúntale, tú que puedes¡ ¿Cómo se equilibra la ambición y el egoísmo con la
compasión sin hacer nada? Al mencionar a Kant he recordado que basaba el futuro
de la humanidad en la razón pura y en la libertad. Claro
que eso mismo decía Rousseau. Después Kant añadiría que todo ese mejunje pasa
por la conciencia del ser humano. ¡Ufff¡ ¿la conciencia? ¿Ser moral es cumplir
con el deber? Y yo le preguntaría a Kant ¿Quién dicta lo que es el deber? y ¿Si
ese deber implica violencia? ¿Entonces ya es bueno o es malo? Dado que Kant no
me resolvía tampoco, llegué a Kierkegaard y Heidegger, y me encuentro con que
valoran la subjetividad como la
verdad. Si lo aplicaron al sufrimiento y a la angustia,
entonces querido Diario estoy con Wittgenstein cuando dice que estos dos son
“demasiado profundos para él”. Recurro finalmente a mi admirado Nietzsche y en
esta ocasión no me resuelve. Al contrario me añade más sinsabores, pues soy
consciente de que era misógino y que decía cosas como que “La compasión y la debilidad son sinónimos de servilismo, lo que lleva a
la mansedumbre y a la misericordia”. Admito que era bastante belicoso con
la religión y con las mujeres. Pero debo admitir que si pongo como ejemplo la
vida de Core con el Arallu, mi amigo dice verdades imposibles de rebatir. Claro
que no se ganaría la amistad de muchos. Seguí leyendo y no tuve más remedio que
enmarcar en grandes titulares a Ana Arendt, pues acababa de encontrar e ejemplo
perfecto que daba la explicación a tantos Arallus de la vida. Y se parece mucho a
la teoría de Kierkegaard y la de Bernard Williams en definitiva los tres dicen
que “Cada uno se convierte en malo según
las circunstancias”. Arendt estudió al director de un campo de
concentración nazi llamado Eichmann, preguntándose ¿Qué hace que este ser
aparentemente normal exterminase a miles de judíos? ¿El miedo a que le matasen
a él los suyos? ¿El miedo a no cumplir el deber? ¿O simplemente es que llevaba
un monstruo dentro en una piel de cordero? Querido Diario, con estos ejemplos doy
la razón a todos y cada uno de los pensadores y a las estadísticas de los
maltratadores del género que sean. Pero sigo sin tener una respuesta.