jueves, 2 de octubre de 2014

Mi Diario ¿Qué hace que el mundo avance mediante el uso de la violencia y no del amor?



Diario


 Dime Diario, ¿por qué hacemos el mal? Yo he buscado respuestas en los pensadores y veo que Sartre plantea que es el temor a la muerte, pero no me convence para el tema del Arallu y entes como él. Ernest Becker lo plantea como muestra para superar nuestra insignificancia, y puede aproximarse a la idea que yo tengo. Schopenhauer lo plantea como un instinto de supervivencia pisando a los demás y también podría ser razonable su teoría. Bernard Williams plantea que la gente se porta bien siempre y cuando no se le exponga a una situación crítica y éste me convence un poco más, porque siempre decimos ¡qué suerte tiene tal o cual persona, ya le quisiera ver yo en mi situación¡ y esto me recuerda la necesidad que tiene el ser humano de un referente a imitar. Querido Diario si te fijas en tus páginas, desde Jasón a Supermán, pasando por Simbad y los héroes romanos. Todas las civilizaciones han forjado sus éxitos en leyendas más o menos veraces. Hitler emulaba a Napoleón; mientras que Napoleón imitaba a César, se fijaba en Alejandro Magno y seguía las rutas de Aníbal; al tiempo que Alejandro Magno imitaba a Nabucodonosor y seguía a Diógenes. Yo me pregunto ¿Cuál sería el balance o el desequilibrio entre el bien y el mal que los seguidores de esos ídolos (a los que admiramos) han producido en el mundo? ¿Cuántos han desencadenado más violencia que han pacificado? Querido Diario he seguido investigando en los sabios en busca de respuestas. He visto que Spinoza planteaba que los seres humanos en general tienden a sentir compasión por los demás a pesar de ser egoístas y ambiciosos. Claro esto lo firmaría también Kant y Confucio y seguramente el resto de nosotros, pero ¡pregúntale, tú que puedes¡ ¿Cómo se equilibra la ambición y el egoísmo con la compasión sin hacer nada? Al mencionar a Kant he recordado que basaba el futuro de la humanidad en la razón pura y en la libertad. Claro que eso mismo decía Rousseau. Después Kant añadiría que todo ese mejunje pasa por la conciencia del ser humano. ¡Ufff¡ ¿la conciencia? ¿Ser moral es cumplir con el deber? Y yo le preguntaría a Kant ¿Quién dicta lo que es el deber? y ¿Si ese deber implica violencia? ¿Entonces ya es bueno o es malo? Dado que Kant no me resolvía tampoco, llegué a Kierkegaard y Heidegger, y me encuentro con que valoran la subjetividad como la verdad. Si lo aplicaron al sufrimiento y a la angustia, entonces querido Diario estoy con Wittgenstein cuando dice que estos dos son “demasiado profundos para él”. Recurro finalmente a mi admirado Nietzsche y en esta ocasión no me resuelve. Al contrario me añade más sinsabores, pues soy consciente de que era misógino y que decía cosas como que “La compasión y la debilidad son sinónimos de servilismo, lo que lleva a la mansedumbre y a la misericordia”. Admito que era bastante belicoso con la religión y con las mujeres. Pero debo admitir que si pongo como ejemplo la vida de Core con el Arallu, mi amigo dice verdades imposibles de rebatir. Claro que no se ganaría la amistad de muchos. Seguí leyendo y no tuve más remedio que enmarcar en grandes titulares a Ana Arendt, pues acababa de encontrar e ejemplo perfecto que daba la explicación a tantos Arallus de la vida. Y se parece mucho a la teoría de Kierkegaard y la de Bernard Williams en definitiva los tres dicen que “Cada uno se convierte en malo según las circunstancias”. Arendt estudió al director de un campo de concentración nazi llamado Eichmann, preguntándose ¿Qué hace que este ser aparentemente normal exterminase a miles de judíos? ¿El miedo a que le matasen a él los suyos? ¿El miedo a no cumplir el deber? ¿O simplemente es que llevaba un monstruo dentro en una piel de cordero? Querido Diario, con estos ejemplos doy la razón a todos y cada uno de los pensadores y a las estadísticas de los maltratadores del género que sean. Pero sigo sin tener una respuesta.