«El niño no conoce ningún objeto determinado, pero inmediatamente
aprehende la relación del atributo con el sujeto, de un adjetivo con su
sustantivo, la igualdad o diferencia de dos objetos, la relación entre la llama
y la quemadura; en suma, las relaciones entre las cosas. Puede decirse, por
tanto, que la parte del conocimiento innato en el instinto se refiere a cosas;
y en la inteligencia, a relaciones. Dicho de otra manera, e/instinto, en lo que
tiene de innato, implica el conocimiento de una materia; la inteligencia en lo
que tiene de innato, es el conocimiento de una forma, ya que materia es lo dado
en estado bruto por las facultades de percepción y forma el conjunto de
relaciones entre esos seres materiales. » H. BERGSON
(La evolución creadora).
«El mejor carácter, si no fuera demasiado perfecto para la naturaleza
humana, es el que no sufre agitaciones de ninguna clase, sino que emplea
alternativamente decisión y precaución, según que cada una de éstas sea útil
para el propósito concreto intentado... Feliz es aquel cuyas circunstancias van
con su temperamento; pero es excelente todavía quien puede adaptar su
temperamento a cualquier circunstancia.» D. HUME
»Investigación sobre los principios de la moral», VI, 1, 61)
«Nuestra inteligencia cuando sigue su inclinación natural, procede por
percepciones sólidas y por conceptos estables. Parte de lo inmóvil, y no se
concibe ni expresa el movimiento sino en función de la inmovilidad. Se instala
(adhiere) en los conceptos acabados y se esfuerza en aprehender de ellos como
en una red algo de la realidad que encuentra a su paso.» H. BERGSON (Introducción a la Metafísica)
“Los Defectos del «Sistema” «La forma capitalista.., ha inmerso al
hombre en una forma nueva de alienación, la alienación egotista. El resultado
de todo ello... ¿s la incomunicación. El hombre, entre nosotros, al renunciar a
la instancia elemental de su convivencia, de su altruidad, queda solo. Es un
hecho que entre nosotros, me refiero a España, en donde hemos podido pasar (aunque
no puede decirse que con carácter general, porque nuestra sociedad no es
homogénea en sus formas de producción) de una forma clásica de producción a una
forma de sociedad de consumo, es un hecho, repito, que hemos podido observar el
retraimiento como un carácter definitorio de nuestra conducta. Más que en
ningún otro momento, grandes sectores de nuestra sociedad parecen haber
renunciado a la comunicación y a la confiabilidad, para quedar inmersos, todo
lo más, al más estricto círculo de la familia. No es que de pronto se hayan
descubierto los máximos valores que la dedicación a la vida familiar supone. Se
trata de una dedicación reactiva, secundaria a la decepción que de los otros
hemos, una y otra vez, experimentado. Lo que esta retracción supone es la crisis
en la fiabilidad del prójimo, la conciencia de que, tarde o temprano, si los
intereses están en juego, nos exponemos a ser sacrificados. As, la amistad
misma sabemos que hay que tomarla y vivirla epidérmicamente, a conciencia de la
peligrosidad que una ingenua comunicación puede llevar consigo en el futuro,
cuando este amigo de hoy se nos torne nuestro rival; a conciencia de que la
amistad misma no es criterio suficiente para verificar la entrega que sería
requerible y a la que nos sentimos instados. » C.
CASTILLA DEL PINO (El humanismo «imposible» seguido de Naturaleza del saber.
Ed. Taurus. Madrid, 1975).