martes, 23 de septiembre de 2014

TEXTOS PARA MEDITAR

«El niño no conoce ningún objeto determinado, pero inmediatamente aprehende la relación del atributo con el sujeto, de un adjetivo con su sustantivo, la igualdad o diferencia de dos objetos, la relación entre la llama y la quemadura; en suma, las relaciones entre las cosas. Puede decirse, por tanto, que la parte del conocimiento innato en el instinto se refiere a cosas; y en la inteligencia, a relaciones. Dicho de otra manera, e/instinto, en lo que tiene de innato, implica el conocimiento de una materia; la inteligencia en lo que tiene de innato, es el conocimiento de una forma, ya que materia es lo dado en estado bruto por las facultades de percepción y forma el conjunto de relaciones entre esos seres materiales. » H. BERGSON (La evolución creadora).

«El mejor carácter, si no fuera demasiado perfecto para la naturaleza humana, es el que no sufre agitaciones de ninguna clase, sino que emplea alternativamente decisión y precaución, según que cada una de éstas sea útil para el propósito concreto intentado... Feliz es aquel cuyas circunstancias van con su temperamento; pero es excelente todavía quien puede adaptar su temperamento a cualquier circunstancia.» D. HUME »Investigación sobre los principios de la moral», VI, 1, 61)

«Nuestra inteligencia cuando sigue su inclinación natural, procede por percepciones sólidas y por conceptos estables. Parte de lo inmóvil, y no se concibe ni expresa el movimiento sino en función de la inmovilidad. Se instala (adhiere) en los conceptos acabados y se esfuerza en aprehender de ellos como en una red algo de la realidad que encuentra a su paso.» H. BERGSON (Introducción a la Metafísica)


“Los Defectos del «Sistema” «La forma capitalista.., ha inmerso al hombre en una forma nueva de alienación, la alienación egotista. El resultado de todo ello... ¿s la incomunicación. El hombre, entre nosotros, al renunciar a la instancia elemental de su convivencia, de su altruidad, queda solo. Es un hecho que entre nosotros, me refiero a España, en donde hemos podido pasar (aunque no puede decirse que con carácter general, porque nuestra sociedad no es homogénea en sus formas de producción) de una forma clásica de producción a una forma de sociedad de consumo, es un hecho, repito, que hemos podido observar el retraimiento como un carácter definitorio de nuestra conducta. Más que en ningún otro momento, grandes sectores de nuestra sociedad parecen haber renunciado a la comunicación y a la confiabilidad, para quedar inmersos, todo lo más, al más estricto círculo de la familia. No es que de pronto se hayan descubierto los máximos valores que la dedicación a la vida familiar supone. Se trata de una dedicación reactiva, secundaria a la decepción que de los otros hemos, una y otra vez, experimentado. Lo que esta retracción supone es la crisis en la fiabilidad del prójimo, la conciencia de que, tarde o temprano, si los intereses están en juego, nos exponemos a ser sacrificados. As, la amistad misma sabemos que hay que tomarla y vivirla epidérmicamente, a conciencia de la peligrosidad que una ingenua comunicación puede llevar consigo en el futuro, cuando este amigo de hoy se nos torne nuestro rival; a conciencia de que la amistad misma no es criterio suficiente para verificar la entrega que sería requerible y a la que nos sentimos instados. » C. CASTILLA DEL PINO (El humanismo «imposible» seguido de Naturaleza del saber. Ed. Taurus. Madrid, 1975).