"Los espíritus vulgares no tienen destino." (Platón)
Decía Voltaire en su “Diccionario filosófico”: “Los platónicos no creían que Dios se
hubiera dignado crear al hombre por sí mismo; decían que había confiado este
encargo a los genios que al realizar su tarea cometieron muchas tonterías. El
Dios de los platónicos era un artífice inmejorable, pero que empleó para crear
al hombre discípulos muy mediocres. No por eso la Antigüedad dejó de apreciar
la escuela de Platón. En suma cuantas sectas conocieron los griegos y los
romanos, si bien tenían distintos modos de opinar sobre Dios, sobre el alma,
sobre el pasado y sobre el futuro, ninguna de ellas fue perseguida. Todas ellas
se equivocaban, pero vivieron en amistosa paz y esto es lo que no alcanzamos a
comprender, porque hoy vemos que la mayor parte de los que discuten son
energúmenos y los de la Antigüedad eran verdaderos hombres. »Si desde los
griegos y los romanos queremos remontarnos a las naciones más antiguas, podemos
fijar la atención en los judíos. Ese pueblo supersticioso, cruel, ignorante y
miserable, sabía sin embargo honrar a los fariseos, que creían en la fatalidad
del destino y en la metempsicosis. Respetaba también a los saduceos, que
negaban la inmortalidad del alma y la existencia de los espíritus, fundándose
en la ley de Moisés, que nunca habló de castigos ni de recompensas después de
la muerte. Los esenios, que creían también en la fatalidad y nunca sacrificaban
víctimas en el templo, eran más respetados todavía que los fariseos y saduceos.
Ninguna de esas opiniones perturbó nunca el gobierno del Estado, y quizá
hubieran tenido motivo para degollarse y exterminarse mutuamente unos a otros,
si se hubieran empeñado en tenerlo. Debemos, pues, imitar esos loables
ejemplos, debemos pensar en voz alta y dejar que piensen lo que quieran los
demás. Seréis capaces de recibir cortésmente a un turco que crea que Mahoma
viajó por la luna, ¿y deseáis descuartizar a un hermano vuestro porque cree que
Dios puede dotar de inteligencia a todas las criaturas?» Así habló uno de los
filósofos, y otro añadió: «Creedme, no ha habido ejemplo de que ninguna opinión
filosófica perjudique la religión de ningún pueblo. Y si los misterios pueden
contradecir las demostraciones científicas, no por ello dejan de respetarlos
los filósofos cristianos, que saben que la razón y la fé son asuntos de
diferente naturaleza. ¿Sabéis por qué los filósofos no lograrán nunca formar
una secta religiosa? Porque carecen de entusiasmo. Si dividimos el género
humano en veinte partes, componen diecinueve los hombres que se dedican a
trabajos manuales, y quizá éstos ignorarán siempre que existió Locke. En la
otra vigésima parte se hallan unos pocos hombres que sepan leer, y entre los
que leen hay veinte que sólo leen novelas por cada uno que estudia filosofía”.
Hola
Cariño:
Hoy ha caído este comentario en mis
manos y no he dudado en enviártelo a ver si nos aclara esto del destino. Es de Erma Bombeck. Lo escribió después que ella descubriera que se estaba muriendo de cáncer y se titula: “si yo tuviera mi vida para vivirla de nuevo” y dice así “Me habría ido a la cama cuando estaba enferma
en vez de creer que la tierra se detendría si yo no estaba en ella. Al día siguiente hubiera encendido
la vela rosada en forma de rosa antes de que se derritiera guardada en el
armario. Habría
invitado a mis amigos a cenar sin importarme la suciedad de la alfombra y el sofá desordenado. Habría comido las palomitas de maíz en el
"salón de las visitas" y me habría preocupado menos del engorro que
suponía cuando alguien quería encender el fuego en la chimenea. Habría dado mi tiempo para
escuchar a mi abuelo divagando sobre su juventud. Habría
compartido más el día a día con mi marido que con la oficina. Me habría
sentado en el prado sin importar las manchas de la hierba. Habría llorado y reído menos viendo televisión y
más mientras vivía la vida. En lugar de evitar los
malestares de los nueve meses de embarazo, habría atesorado cada momento y
comprendido que la maravilla que crecía dentro de mi, era mi única oportunidad en la vida de
asistir a Dios en un milagro. Cuando mis hijos me besasen impetuosamente, nunca
habría dicho "cuidado, estoy ocupada, ahora ve y lávate para la
cena", Habría habido más "te quiero" y más "lo
siento". Pero sobre todo, quiero
darle otra oportunidad a la vida, quiero aprovechar cada minuto. Mirar las cosas
y realmente verlas... vivirlas y nunca volver atrás. ¡dejar de preocuparme por las cosas pequeñas y
comenzar a preocuparme por las cosas bellas que si importan!!! No te preocupes sobre a
quién no le agradas, quién tiene más o quién hace qué. En lugar de eso,
atesoremos las relaciones que tenemos con aquellos que de verdad nos quieren”.