Diario
Querido Diario, tú que lo sabes todo de mi, dime...Desde que
entramos en el colegio ,
se nos intenta comprimir en la cabeza todo tipo de contenidos; desde los
logaritmos al liberalismo, de la mitocondria al complemento directo y desde el
rey Asoka al delta del Amazonas. En todos los casos nos diferencian sus
contenidos y cualidades sin entrar en tasaciones. En cambio, no se nos enseña
nada respecto a cómo comunicar los sentimientos en cada momento sin errar. Para
una cultura es malo el demostrarlos, para otra es conveniente y para la tercera
es signo de fortaleza. Nadie se puso de acuerdo jamás en este punto. Se nos
exige ser “socialmente atractivos”, se nos califica, se nos critica pero nadie
nos enseña a serlo y cuando aprendemos a serlo en una cultura; debemos empezar
de nuevo en la
siguiente. Cuando nos enfrentamos al momento de expresar
nuestra situación dentro de lo que podíamos contemplar en el ámbito de la
“comunicación sexual”, corremos el riesgo de la crítica y de la mofa. Entonces es
cuando nos hablan de “confianza en la pareja”. ¿Es éste el motivo de nuestro
fracaso? ¿Core (Bea) y yo nunca tuvimos confianza en el otro? Lo cierto es y
así lo hemos demostrado nosotros que cuando la comunicación disminuye o se
deteriora, comienzan a manifestarse los reproches y somos vulnerables ante las
descalificaciones de los que nos rodean frente a nuestra pareja, creando
sentimientos negativos hacia el otro. Siempre me he preguntado ¿por qué no
somos capaces de expresar de modo claro y directo los propios sentimientos?
Siempre tendemos a hacerlo de manera demoledora para nuestro ser querido. ¿Escribiremos
nosotros también con líneas torcidas nuestro destino? Casi siempre dejamos
indicios, señalamos el camino con miguitas de pan creyéndonos haber cumplido. Y
esa misma conducta nos genera ansiedad si ese otro no “adivina” nuestros
deseos.