viernes, 5 de septiembre de 2014

Mi Diario


Diario


Querido Diario, tú que lo sabes todo de mi, dime...Desde que entramos en el colegio, se nos intenta comprimir en la cabeza todo tipo de contenidos; desde los logaritmos al liberalismo, de la mitocondria al complemento directo y desde el rey Asoka al delta del Amazonas. En todos los casos nos diferencian sus contenidos y cualidades sin entrar en tasaciones. En cambio, no se nos enseña nada respecto a cómo comunicar los sentimientos en cada momento sin errar. Para una cultura es malo el demostrarlos, para otra es conveniente y para la tercera es signo de fortaleza. Nadie se puso de acuerdo jamás en este punto. Se nos exige ser “socialmente atractivos”, se nos califica, se nos critica pero nadie nos enseña a serlo y cuando aprendemos a serlo en una cultura; debemos empezar de nuevo en la siguiente. Cuando nos enfrentamos al momento de expresar nuestra situación dentro de lo que podíamos contemplar en el ámbito de la “comunicación sexual”, corremos el riesgo de la crítica y de la mofa. Entonces es cuando nos hablan de “confianza en la pareja”. ¿Es éste el motivo de nuestro fracaso? ¿Core (Bea) y yo nunca tuvimos confianza en el otro? Lo cierto es y así lo hemos demostrado nosotros que cuando la comunicación disminuye o se deteriora, comienzan a manifestarse los reproches y somos vulnerables ante las descalificaciones de los que nos rodean frente a nuestra pareja, creando sentimientos negativos hacia el otro. Siempre me he preguntado ¿por qué no somos capaces de expresar de modo claro y directo los propios sentimientos? Siempre tendemos a hacerlo de manera demoledora para nuestro ser querido. ¿Escribiremos nosotros también con líneas torcidas nuestro destino? Casi siempre dejamos indicios, señalamos el camino con miguitas de pan creyéndonos haber cumplido. Y esa misma conducta nos genera ansiedad si ese otro no “adivina” nuestros deseos.